Muchas cosas vivimos en esas vacaciones en Villa Gesell. Algunas aún las recuerdo por exóticas para mi edad (17 o 18 años que no son los de los jóvenes de ahora). El Duri seguía teniendo en el fondo un gran terreno con pasto y árboles, y nosotros teníamos bastante libertad de movimientos dentro de esa casa hospedaje que por entonces era muy pequeña. Los dueños del Duri eran españoles y sumamente amables como ya comenté anteriormente. El ambiente era sumamente familiar y la dueña sentía por nosotros un cariño natural no sé si por nuestras edades parecidas a las de sus hijos o porque a algunos ya nos conocía del verano anterior. Una mañana, salimos a los fondos de la casa, y me sorprendió ver a unos animalitos muertos colgando de sus patitas de las ramas de un árbol mientras uno de los integrantes de esa familia, cuchillo en mano, les hacía un tajo longitudinal desde arriba hacia abajo y luego con fuertes tirones les quitaba la piel. La escena me resultó por demás impresionante, pero la curiosidad fue mayor y me acerqué a ver de que se trataba. Estaban desollando liebres. Habían ido de caza y las preparaban para cocinarlas. Creo que en mi vida había visto una liebre de cerca, cuanto menos aún en esa situación. A la noche siguiente, la dueña del hospedaje, golpea a la puerta de nuestra habitación, y con su sonrisa habitual, nos trae una bandeja con una carne negruzca preguntándonos si queríamos probar las liebres que habia preparado al escaveche. No sé si nuevamente por curiosidad o por galantería le recibimos y agradecimos la invitación. El tema era si nos animaríamos a probar ese supuesto manjar. No recuerdo en absoluto que hicieron los demás, pero yo me animé y empecé a comer la carne de liebre. Para serles sincero, no me gustó para nada pero aún así hice el esfuerzo y algo comí. Les aclaro que en esas vacaciones si algo no nos sobraba era precisamente la comida y el hambre dá coraje. Para el segundo o tercer bocado tacté en mi boca una bolita dura que imaginé era un grano de pimienta y luego otra y otra. Las quité de mi boca y fue allí que descubrí que esa pimienta era dura, gris oscura y metálica. Amigos míos también por primera vez en mi vida, había estado masticando perdigones. Las liebres habían sido cazadas como es normal con escopetas y los perdigones se cocinaron con ellas.
Recuerdos... recuerdos y más recuerdos... En la próxima de la Villa les contaré sobre la propaganda en broma de LM, que filmamos en la playa y de la cual todavía conservo la película en super ocho, algo gastadita pero viva...jajaja...
Los quiero mucho.
Ricardo Trinjaus
P.D.: La cancion de Barocela del Spot anterior, lánguida y antigua, me hizo pelota. Nuevamente recuerdos... recuerdos y más recuerdos... Ahhh... la foto es tambien actual del Hotel El Duri pero en otro ángulo y de noche.
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1 comentario:
Ricky: me cuesta creer que las fotos corresponde a aquella casa tan sencilla y humilde en la cual veranemos un par de veces. Todavía me parece ver la cara de aquella señora que en la terminal de micro buscaba clientes para el "hotel".
El episodio de la libres no lo recordaba.
Si publicas la pelicula no te olvides de mencionar a los actores.
Un abrazo. Toni
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