martes, 27 de enero de 2009

Toni, te prometí charla...

Va un relato que escribí sobre mi experiencia como "docente" allá en el tiempo,  hace muchíiiisimos años. Espero que no te aburra.
Angélica
 
 

Durante 5 años trabajé como profesora de electrotecnia en la ENET Nro. 1 de Tigre. Yo estaba cursando en la UTN  Ing. Electrónica y  tenía una hija pequeña,  por lo cual ese trabajo me venía bien  ya que no era de  " horario completo". Iba 3  veces por semana unas horas y tenía dos cursos, nada más.

Recuerdo que cuando comencé tenía 26 años y mis alumnos que eran de los  últimos año del industrial,  tenían 18 y 19 años.

La materia había que dividirla en: teoría, práctica de problemas y un ensayo por mes  en laboratorio.

 

Cuando me presentaron en la sala de profesores a los demás docentes,  ya vi que a algunos no les caía bien que fuese "técnica" y que vaya a dictar una materia técnica. Prejuicios a los que ya estaba acostumbrada.  No me pasó lo mismo con los docentes jóvenes que me recibieron muy bien y me ofrecieron todo tipo de colaboración.

 

El tema fue cuando me presentaron a los cursos. Los  alumnos de aprox. 18/19 años, eran grandotes que asustaban y cuando se enteraron que iba a dar electrotécnia I y II,  me estudiaron de abajo para arriba y viceversa. Sentí que la que iba a tener que dar examen todos los días, era yo.

 

 La cuestión era hacerme valer con mis 26 añitos y demostrarles que yo les podía enseñar a ellos.

Los primeros días me maté preparando las clases, me las estudiaba de memoria..., preparaba ejercicios. Iba a la biblioteca de la UTN de Medrano y a la del Profesorado Técnico del CONET de ese entonces,  a sacar ejercicios. Me llevaba tanto tiempo y tanta energía preparar las clases, que al trabajo de "horario reducido",  le quedaba poco margen.

 

Eso en cuanto a mi preparación, pero lo que no había pensado era  que ni siquiera me iban a dejar dar las clases, porque la disciplina era de lo peor!!! Es más, creo que mi presencia alborotaba a los alumnos a tal punto, que en ese primer mes,  un día me llamó el Rector y me dijo: - Ud. se tiene que hacer respetar e imponer sobre ellos, esto así no puede ser!. 

Ante ese llamado de atención me quedé sumamente preocupada. Sentía que alguna decisión debía tomar para revertir la situación. Eran ellos o yo.

 Decidí ser dura, de lo peor, pero tratando de dar buenas clases. Que dijeran de mí: - Es una arpía, pero enseña bien...

 

De a poco lo fui  logrando, pero no dejaba pasar una. Mandaba a poner amonestaciones, les tomaba al frente de sorpresa,   les exigía muchísimo con los ejercicios y los exámenes.  Hacíamos las prácticas en el laboratorio y no permitía desordenes de ningún tipo.

 Las cosas iban saliendo bien,  la relación empezó a cambiar lentamente y yo a aflojar un poco.

 

De repente se me ocurrió que interesante podía ser para mis alumnos,  visitar empresas relacionadas a nuestros temas.  Cuando lo propuse en la dirección,  el Rector casi me saca corriendo. Le insistí mucho y le dije que yo me hacía responsable y que lo haríamos de poco. Probaríamos una vez y si se comportaban como salvajes, me comprometía a desistir.

 

El trabajo no era poco,  tenía que conseguir la empresa, los permisos, arreglar los horarios, como nos íbamos a trasladar, etc. etc. Mi marido me empezaba a decir. – Vos no querías un trabajo de pocas horas?

Tenía entusiasmo, ganas de hacer cosas y posibilidades. No se si actualmente a un docente le permitirían esas libertades.

Para hacerla breve les cuento que a los alumnos les encantó y se portaban bastante aceptable, claro que eran otras épocas.

 

Cuando faltaban 2 meses aprox. para que termine el año, me apareció un admirador. (Ya se,  Uds. van a decir, siempre aparece alguien en sus relatos...), pero es verdad, no se olviden que tenía solo 26 años! (*)

Pues bien, había un alumno que me miraba con ojos demasiado cariñosos. Yo no estaba preparada para eso y no tenía ni idea de cómo manejarlo. Empezó a mandarme notitas, luego me lo encontraba antes de entrar, a la salida..... Trataba de no darle importancia.

Finalmente un día que tomé prueba,  me encuentro que su examen estaba bien, pero abajo del mismo venía una carta con declaración de amor incluida. Me hice la tonta y entregué los exámenes como si nada sucediera. Ese día me esperaba a la salida y me preguntó muy serio,  que opinaba de su carta?. Es de adivinar lo que le respondí, las cosas que normalmente se dicen en esas situaciones:  que a su edad, ya iba a encontrar una chica como él y le iba a gustar... etc. etc. Por suerte terminaban las clases y él terminaba el industrial y nunca más lo vi.

 

Seguí en esa escuela 4 años más. El último,  embarazada de mi segunda hija. Luego renuncié para entrar a CNEA y en éste  lugar,  tuve la ocasión de encontrarme años más tarde,  con ex- alumnos míos que terminaron siendo compañeros de trabajo.

 

(*) Lo de que me surgían admiradores no es fanfarronería, solo era porque no había muchas mujeres en ese ámbito. Así conocí al que es mi marido desde hace 37 años. Era el celador de nuestra división. No es cierto Danny?.

 

Angélica

4 comentarios:

Daniel Geoghegan dijo...

Muy interesante ese pasaje de tu vida Angélica y que lindo que lo compartieras…, lo del celador, si, yo ya lo sabia desde la época de la escuela, pero nunca se lo comenté a nadie porque eso es parte de la vida privada de cada uno.Pienso que hiciste muy buena elección!
A esa edad sabemos que la mujer es mucho más madura que el varón… pero después nosotros la repasamos jajaja
Un beso
Danny

Antonio dijo...

Brillante e interesante como de costumbre.
Cumpliste "holgadamente" con tu palabra.

Al mencionar el tema de la disciplina me acordé de ese video que muestra a un "alumno" que le quema el cabello a una docente.

Cambiaron los alumnos o cambiaron los profesores?

Un abrazo

Ricardo Vonte dijo...

Como siempre Angélica, tus relatos no tienen desperdicio. Tenés el arte de transformar tus propias vivencias en historias dignas de colección. Además no dejás de sorprenderme con tantas y tantas experiencias. Menos mal que Robustiano está de vacaciones, si no ya estaría enganchándose con el "alumno enamorado" y por ahí hasta diría conocerlo. Un besito Ang.
Ricardo Trinjaus

Anónimo dijo...

Danny:
A que edad era la que Uds. los hombres nos "repasan"?
Toni:
Creo que cambiaron las épocas y por lo tanto cambiaron ambos: alumnos y profesores.
Ricardo:
Gracias! Es muy lindo lo que me decís...En cuanto a experiencias de vida, es cierto, tuve muchas y en parte se lo debo a el haber sido técnica. No te imaginás las que tendría todavía para contar.
Pero quién que llegue a los 60 años no tiene experiencias de vida para contar? Seguro que si vos te pones a recordar y escribir también tendrías muchas e interesantes.
A Robby lo extraño, no sabés cuando vuelve?
Besos a los tres.
Angélica