No dejes de asistir a las carreras de los briosos corceles; el circo, donde se reúne público innumerable, ofrece grandes incentivos. Allí no te verás obligado a comunicar tus secretos con el lenguaje de los dedos, ni a espiar los gestos que descubran el oculto pensamiento de tu amada.
Nadie te impedirá que te sientes junto a ella y que arrimes tu hombro al suyo todo lo posible; el corto espacio de que dispones te obliga forzosamente, y la ley del sitio te permite tocar a gusto su cuerpo codiciado. Luego buscas un pretexto cualquiera de conversación, y que tus primeras palabras traten de cosas generales. Con vivo interés pregúntale a quién pertenecen los caballos que van a correr, y sin vacilación toma el partido de aquel, sea el que fuere, que merezca su favor.
Si por acaso el polvo se pega al vestido de la joven, apresúrate a. quitárselo con los dedos, y aunque no le haya caído polvo ninguno, haz como que lo sacudes, y cualquier motivo te incite a mostrarte obsequioso. Si el manto le desciende hasta tocar el suelo, recógelo sin demora y quítale la tierra que lo mancha, que bien pronto recabarás el premio de tu servicio, pues con su consentimiento podrás deleitar los ojos al descubrir su torneada pierna.
Además,observa si el que se sienta detrás de vosotros saca demasiado la rodilla y oprime su ebúrnea espalda.
La menor distinción cautiva a un ánimo ligero. fue útil a muchos colocar con presteza un cojín o agitar el aire con el abanico, y deslizar el escabel bajo unos pies delicados.
Del libro Ars amandi (El Arte de Amar) del poeta romano
Publio Ovidio Nasón (en latín Publius Ovidius Naso)
(Sulmona, 20 de marzo de 43 a. C. Tomis, actual Constanza, 17 d. C.)
Publio Ovidio Nasón (en latín Publius Ovidius Naso)
(Sulmona, 20 de marzo de 43 a. C. Tomis, actual Constanza, 17 d. C.)
Este post está dedicado a los innumerables (y frustrados) admiradores de la compañera Angélica.
Un abrazo. Toni
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