Don Marcial, el dueño de Nino en ese entonces, no era ningún estúpido para los negocios. Si bien todo el mundo pagaba su entrada, él sabía que los máximos dividendos, los daba la barra del boliche. Y para que la gente consumiera en la barra, había que fatigarla, cansarla, hacerla transpirar la camiseta, y para que eso ocurriera... tenían que bailar. Y para que empezaran a bailar, había que romper el hielo. Y allí fue cuando vino Russo Pedro a decirnos: - Dice Don Marcial, que después que termine el grupo de tocar, y favor por favor desde luego, tenemos que sacar a bailar a la mayor cantidad de pibas posible. Una pieza con una (así se les decía en esa época de las cavernas a las canciones) y después con otra, y así.... y así .... hasta que la cosa se ponga bien animada -
A buenos puertos había ido por leña. A excepción de Russo Pedro (que ya la tenía muy clara en Nino), el resto de nosotros éramos los reyes de la timidez y en lo personal jamás supe bailar en mi vida y menos bajo presión. Toni creo que se fue al baño, di Nápoli quería escaparse por la ventana pero estábamos en un primer piso, yo me raje para la cocina... pero Don Marcial estaba por detrás de nuestros pasos y no hubo alternativa. Mis vagos recuerdos del mal trago son los siguientes: Nino era una confitería bailable, eminentemente tropical, donde los más afamados conjuntos cultores de la cumbia hacían sus presentaciones. Los Wawancó, La Charanga del Caribe, los Cinco del Ritmo, el Cuarteto Imperial y cuanto extranjero cumbiambero pasara por el país. Recuerdo al organista ciego Tulio Enrique León con su famoso tema La Pollera Amarilla, los Teen Tops colombianos y cientos más que tenían su escenario obligado en Nino. Por lo tanto, y en una matineé como se dice ahora, nada tenían que ver con el estilo de The Gentleman que tocaban Beatles. De todas formas y como aún sigue pasando hoy en día, cuando los chicos tocan, van los padres , los tíos , los abuelos, los amigos y algún despistado que vió luz y entró para ver que había. A todos los grandes cumbiamberos, los presentaba el locutor tradicional del boliche, que se llamaba de apellido Villa, que era también peruano, y tenía una voz espectacular. Dicen las malas lenguas que fue Villa el que le enseñó los truquinis de la locución al recordado Pedro Aníbal Mansilla, la voz de Modart en la Noche, ese programón radial que nadie dejaba de escuchar. Mansilla posteriormente fue también la voz de Larguirucho, el personaje de Hijitus. Pero no nos vayamos por las ramas.
Todos pensamos que a The Gentleman, también los presentaría Villa. Y esperamos ... y esperamos... pero Villa nunca apareció. Era demasiado temprano para él y ya demasiado tarde para nuestro grupo. Por lo tanto, el hermano de Russo Pedro, José, se me acerca y me dice. Villa no viene. Presentalos vos y no te olvides de propagandear a Nino.
Queridos amigos... me plantaron en medio del escenario, me dieron un micróno Shure de esos plateados con reja de varillitas paralelas, de aquella época (igualito al de la foto), se apagó la música y alli Trinjaus empezó diciendo y tratando que no se le notara el cagazo: 'SEÑORAS, SEÑORES, MUY BUENAS NOCHES. NINO, LA CONFITERÍA ELEGANTE DE VICENTE LÓPEZ, SE COMPLACE HOY EN PRESENTAR, A ESTA BANDA QUE HABRÁ DE INTERPRETARNOS, MUSICA DE LOS BEATLES. CON USTEDES... THE GENTLEMAN'. Jamás me voy a olvidar de esas palabras. Tampoco habré de olvidar que mi pensamiento estaba absolutamente enfocado a la que nos esperaba después que el grupo terminara. Allí empezaría nuestro trabajito de COPEROS, que horror!! Poco y nada disfruté del grupo. Cuando terminaron de tocar y empezó la música grabada no sé que pasó con los demás, pero yo me acerqué a la más fea que encontré, seguro de que no rebotaría, y la saqué a bailar. Recuerdo lo primero que me dijo esta chica: - Ahhh... pero vos sos el que estaba allí, arriba del escenario... - y entonces fue cuando entendí, el valor de la fama. Estaba en ganador...jajaja... 'NUNCA MÁS COPERO'. Preferí seguir hablando por los micrófonos...jajaja...
Cuando The Gentleman terminaron de guardar sus bártulos, nos rajamos con ellos. Total... la gente seguía bailando cumbia.
Los quiero mucho a todos.
Ricardo Trinjaus
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3 comentarios:
Miralo vos al Vago de los recuerdos... despues dice que no se acuerda. Ricardo muy buena la historia. Nosotros, junto a Adrian Peuvrel y Nestor Iribarren tenemos otra un año despues de egresados, con un conjunto musical que eramos "plomos", ya les contaré.
Saludos.
Dale Mr. Elephant. Contala que tus historias son buenísimas. Un abrazo.
Trinjaus
Ricardo, que memoria, impresionante el relato. Yo solo me acordaba de algunos detalles. Un muchacho desconocido que bailaba bien y que trataba de romper el hielo inicial; nosotros como asustados y la cara del dueño que nos miraba y no podía creer que nos había "contratado"
Un abrazo de Toni
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