jueves, 17 de abril de 2008

AHHHH...CASTRUCCI, CASTRUCCI... MI GRAN PROFESOR

Como son las cosas , no? La vez pasada que yo no fuí, él fue a la reunión... y esta vez que yo voy, el que no puede ir es él. De todas formas, habrá más y más oportunidades para encontrarnos. Mientras tanto, y casi a escondidas ya que él no vá, les cuento alguna de las tantas anécdotas castruccianas. Estábamos en cuarto o quinto año, ya ni lo recuerdo ni tampoco importa, cuando el Profe Castrucci decide tomar una prueba. Tema uno, tema dos... Creo que estábamos en el aula de los bancos Gajon, pero sin utilizarlos. Una vez repartidos los temas, dice Castrucci: -Muchachos, debo concurrir urgentemente a una reunión con Ambrosini, así qué los dejo solos por un rato. Me imagino que sabrán comportarse- Y partió dejándonos a nuestro libre albedrío. El caos invadió el aula. -Che... ¿sabés como se resuelve ésto?- -Yo me fijo en el libro- -No boludo, tenés mal el resultado- -¿Y cómo llegaste a esa solución?- -Che Litvinoff, ¿estás seguro que es asi?- -A Solovey le dió distinto- ¿Di Nápoli, que carajo es este circuito?- -Che, paren de copiarse, no sean guachos- -Schäffer, ¿me das un mano con esto?  El caos duró escasos veinte minutos, tiempo en el cual todo había quedado resuelto correctamente. Y entonces, a comportarse como niñas. El aula parecía estar llena de Angélicas. Al rato retornó Castrucci y todo era orden, silencio y concentración. Uno a uno fuimos entregando las pruebas, a modo de disimular la gran copiada. El Profe se las llevó y nosotros con aire victorioso nos retiramos en paz con nuestras conciencias, porque en ese entonces, lo que no teníamos era conciencia.
Llegó la próxima clase con Castrucci. -Muchachos, realmente debo felicitarlos por el nivel del curso.- Y comenzó a repartir las pruebas corregidas. - Alvarez, diez... Berly, diez...Casone, nueve... Di Nápoli, diez... Falduto,nueve... Y así todos. Nadie tenía menos de nueve. -Ahora hagamos lo siguiente- dijo Castrucci. Y sacó de su bolsillo tres papelitos pequeños con los cuales pasó banco por banco mostrándolos alternativamente y preguntándonos a cada uno: -¿Que circuito es este, pasaaltos, pasamedios o pasabajos?- -¿Cual es la impedancia de este circuito?- Y así de a uno, uno por uno y a cada uno. Cuando terminó su periplo por el aula y el alumnaje, se sentó en su escritorio, miró a todos nosotros con una leve sonrisa y nos dijo: -Señores, de acuerdo a este resultado, la nota de la prueba dividanla por dos. Hoy tienen un cero cada uno.-
Profe... no sé cuántas sesiones con el psicólogo le costó a Usted todo ésto (según sus propios dichos en alguno de sus spots para este blog), pero a mí ninguna. Esa fue precisamente mi sesión psicológica, porque allí aprendí y empecé a tener conciencia de mis actos. Qué después la haya perdido en algún vericueto de la vida, es posible... Pero ese es otro tema.
Lo quiero mucho Gran Profe. Los quiero mucho a todos.
Ricardo von Tschirnhaus (alias Ricardo Trinjaus)  


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