Tal como le había prometido a Angélica, les hago llegar esta anécdota , que recuerdo como uno de los papelones mas importantes de mi adolescencia. En esa época, recuerdo, que los que teníamos entre 13 y 17 años, mas o menos, se nos decía que estábamos en la edad del "pavo", tal vez porque nuestras acciones o conductas oscilaban entre comportarnos como niños o responsablemente. Era el despertar del carácter, dejar la timidez, como en mi caso, para pasar a desempeñarme con mayor fluidez en las relaciones humanas, sobre todo, con el sexo opuesto. En estos años, una de las pocas diversiones que teníamos, era andar en bicicleta, yo tenía una rodado 28 y mi vecino y amigo Mario otra, y cuando no teníamos cosas que hacer , dábamos vueltas y vueltas en bicicleta , a todo esto, siempre viendo si había alguna cara nueva por el barrio, se entiende alguna vecinita nueva. Por la calle Juan Agustín García, entre Condarco y Terrada , había una escuela de chicas, por aquel entonces, y una de las chicas que concurría a esa escuela, me había flechado, hacía lo imposible por tratar de verla, caminando o en bicicleta, siempre estaba rondando, para tratar de hablar con ella, no teniendo éxito. Una mañana , salí con la bici, y al pasar por la esquina de la casa, vivía frente a la escuela, la veo que iba con otras dos amigas por la calle Terrada en dirección al pasaje José Ingenieros, yo me apuré y las iba acompañando tratando de establecer un dialogo, como veía que era bien recibido, traté de adelantarme para esperarla en la esquina de la calle José Ingenieros, sin darme cuenta que en esa esquina se acumulaba el agua, porque no tenía pendiente, y se formaba un verdín muy resbaladizo, se pueden imaginar, fui a dar con toda mi humanidad en las aguas estancadas, cayendo aparatosamente , impregnando las ropas con agua podrida y un olor insoportable. No sentí dolor físico alguno, era tal la vergüenza que tenía que solo atiné a subirme a la bicicleta y salir volando para mi casa, dejando atrás a la chicas y la risas que les había provocado mi acto fallido. Con el correr del tiempo, la vi una vez mas, en un negocio, me miraba con una sonrisa e inmediatamente yo sentía que me ponía colorado y salía del lugar. La cosa no terminó ahí, llegué a mi casa, y mi vieja, cuando se dio cuenta que me bañaba de vuelta para ir a la escuela, y dejaba toda la ropa sucia, con un olor insoportable, sin imaginarse lo que me había pasado me tiró un escobazo, que por mi estado físico, pude eludir , como otras tantas veces. Este relato lo preparé para mandar a una radio FM de Mardel, pero no llegué a tiempo, la consigna era ¿ cual fue el mayor papelón que pasaste un tu vida? , quise compartirlo con ustedes, espero que por lo menos les haya causado gracia, hoy a mí , a pesar de los años trascurridos me sigue provocando risa. Un abrazo para todos. Victor Widmann
3 comentarios:
Muy linda tu historia, Victor!!!Quién no ha pasado papelones alguna vez en su vida... y te dejan ese gustito tan especial que no se olvida nunca.
Un abrazo
Angélica
Que buena anécdota. Me gustó el tema de los papelones. Yo tengo varios...jajaja... Algunos se pueden contar y otros no. Un día de éstos publicaré algunos de los que sí se pueden contar. Abrazos.
Trinjaus
Muy buena la historia !!!.
Gracias por compartirla.
Me trajo algunos recuerdos ...
Ricky, espero que cuentes también lo que decís que no se puede contar.
Un fuerte abrazo para todos.
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