domingo, 30 de marzo de 2008

UNA HISTORIA PROMETIDA

QUERIDOS AMIGOS: Domingo por la noche, casi terminando el día. En River Plate (vivo a 150 metros el estadio), la atronadora música de Rata Blanca en el Quilmes Rock, hace vibrar mis neuronas además de mantenerme despierto. Entonces me dije: que mejor que plasmar algún recuerdo en este Blog, cosa que además he prometido a nuestro querido compañero Mr. Elephant, Rosales... Este Blog es también un confesionario aparte de consultorio psicológico. En alguna aparición anterior, cuando contaba mi ingreso a tercer año de la 36, les dije que esto había sido posible gracias a mis buenísimas calificaciones en la escuela 122 donde hice primero y segundo año. En fin... Estaba en tercer año, y recuerdo claramente que en clase de matemáticas con la profesora Mascalli, irrumpe en el aula el Director Ambrosini  acompañado de no sé quien, porque siempre parecía llevar guardaespalda, y dice que viene a dar una noticia para que el alumnado lo tome de ejemplo. Un alumno de este curso, habrá de recibir una medalla de honor por su dedicación y aplicación en la escuela donde anteriormente cursó sus dos primeros años de secundario. Me estoy refiriendo al alumno von Tschirnhaus quién recibirá la misma en el acto del 25 de mayo en la escuela 122. Por lo tanto alumno, continuo diciendo, usted está autorizado a no concurrir a nuestro acto puesto que tendrá que ir a su anterior escuela a recibir su honorífico premio. Créanme amigos míos, que nunca sentí tanta vergüenza. Hacer pública entre mis compañeros la imagen de "traga" me destruyó psicológicamente, y mi única reacción adolescente, fué... "dejar de serlo". Y creo que lo logré. A años vista de esta incómoda situación, sólo puedo comentarles que aún conservo mi medalla que es de oro de verdad, 18 kilates, y que se salvó de ventas y empeños en los años dificiles porque siempre la tuvo mi vieja, mi mamá. En algún momento, subiré una foto de la misma, no como fanfarronería, sino como evidencia de realidad.
Todo este introito, dá pié a la historia que me ocupa y cuyo desarrollo se relaciona con la profesora de inglés Sánchez Suárez (posteriormente Señora de Sagarra),  el jefe de celadores, ahora se diría preceptores, Maihokley  y  yo. 
Fue en uno de los tantos actos patrióticos que se desarrollaban en el patio de colegio, cuando yo, coherente con mi imagen actual de "no traga", comencé a cantar el Himno Nacional con voz lírica y desafinada por supuesto. Como lógica consecuencia, mi entorno de compañeros comenzó a reírse, también yo por contagio, y finalizada la canción, se acerca hacia nosotros la profesora Sánchez Suárez, y nos anota cinco amonestaciones a cada uno de los risueños participantes. Si mal no recuerdo, Di Nápoli estaba entre los ganadores de tal premio. Como nuestra división estaba considerada como las peores, (supongo que era el verso que les dirían a todas las divisiones) y ya teníamos catorce amonestaciones colectivas, zas... quedé libre junto a los demás. Ay, ay ,ay... que difícil venía la cosa. Pero ésto no terminó allí. Al día siguiente, haciendo caso omiso de mi despido escolar, ingrésé al aula como todos los días, y me senté, contrariamente a lo habitual, en un banco del fondo. Oh casualidad. Teníamos clase de inglés y la Sánchez no se dió cuenta de mi presencia en el aula. Comenzó a despotricar terriblemente sobre mi persona paseándose por el aula, hasta que me descubrió. Ese momento fue terrible. Más para ella que para mí. Me hechó del aula, me envió a la celaduría y alli me las tuve que ver con Maihokley. El viejo celador me interrogaba: - ¿Es verdad que vos hiciste esto, aquello y lo otro? - Sí señor, contesté- ¡¡ Cómo que sí pelotudo... tenés que negarlo todo carajo !!
Y ahí, en ese momento, comprendí muchas cosas. Tantas, que tardaría mucho tiempo en explicarlas, pero una conclusión fue inmediata; dijo una vez Narciso Ibañez Menta, el genio argentino del terror: -Detrás de un hermoso rostro, se esconde siempre una horrible calavera- Y en este caso, inversamente, detrás del circuspecto y terrorífico rostro de Maihokley , se escondía un corazón tan blando y comprensivo como pocas veces me crucé en la vida.
Gracias señor Jefe de preceptores por la mano que me dió en ese momento y que hace que aún hoy, yo lo recuerde con todo mi cariño y admiración. Nunca necesité mentir y eso me acarrió grandes problemas en mi existencia, pero rescato la nobleza de su intención en ese momento y la demostración de que Usted tenía un corazón humano y tan de oro como mi medalla.
Ahhh... el final de la historia... terminó bien... llegué a sexto y tuve el honor de recibirme y pertenecer a esta "GRAN PROMOCION".
Ahora Mr. Elephant, te toca a vos. Yo ya lo hice. Abrazos para todos, amigos míos y... los quiero mucho.
 
RicardoTrinjaus


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