domingo, 1 de noviembre de 2009

LAS HISTORIAS DE DON RICARDO ARTURO

El 26 de septiembre, en un comentario referido a Gardel, conté una breve historia que recordaba de mi padre, que fue la que dió lugar posteriormente a la serie de "Historias de Don Ricardo Arturo". Esta que subo hoy a nuestro Blog, es precisamente la historia original y completa  a la que hice referencia en ese comentario. Los quiero mucho a todos.
Ricardo Trinjaus
 

LAS FOGATAS DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Corría el año 1935. Como muchos años y muchos días antes de la celebración de San Pedro y San Pablo, la barra se entretenía en juntar ramas secas, maderas de todas clases, que se iban juntando en la esquina de la calle Gamarra en su intersección con Echeverría, con vistas a la gran fogata que se prendería tal noche. Era muy común entonces, la rivalidad que existía en los diferentes barrios para procurar que las llamas fueran lo más altas posibles y aunque sin apostar nada era una gran satisfacción comprobar que se le había ganado por ejemplo, a nuestros más cercanos competidores que estaban a solamente una cuadra de nosotros, en la calle Avalos. En algunos otros lados ocurría también  que cuatro días antes, para el día de San Juan, hacían también "fogaratas" (como le llamábamos entonces) y en vista de eso y para evitar nos calotearan elementos, la noche de San Juan, hacíamos una especie de guardia cerca de la montaña de materiales combustibles que se habían juntado.  Esta guardia finalizaba a las doce de la noche, pues si hasta entonces no había pasado nada, era como una ley de honor, no prender una fogata si ya había terminado el día 24. Esto se respetaba, y nos íbamos a dormir tranquilamente. Pero sucedió que esa noche del 24 fue muy triste no sólo para nosotros, los chicos e la barra, sino también para Buenos Aires y toda la Argentina, pues tuvimos la noticia que en un desastroso choque de aviones en Medellín (Colombia) había muerto nuestro cantor máximo: Carlos Gardel. Y entre todo el dolor popular que la noticia causó, las conversaciones, anécdotas y comentarios que se hicieron sobre la personalidad de Gardel, recordamos una que para nosotros lo pintó de cuerpo entero. Un tiempo antes de salir para el exterior, Gardel fue contratado para cantar en el Cine Teatro 25 de Mayo. Por supuesto que hubo un lleno total y fuimos muchos los que no pudimos entrar para verlo y oírlo. Pero no obstante ello, la gente no se movía de las puertas, esperando verlo, tocarlo aunque más no sea, a la salida del recital. Es de imaginar el remolino que se formó cuando ello ocurrió y los muchachos seguimos llamándolo y uno le preguntó: "Carlitos, cuando volverás otra vez, que hoy no pudimos entrar" y Gardel preguntó: "pero muchachos, ¿ninguno de ustedes pudo entrar? – No Carlitos- "Entonces abran cancha, que algo les voy a cantar ahora".  Llamó a sus guitarristas, que por lo visto ya estaban acostumbrados a estos hábitos del Zorzal y allí en la esquina de Mendoza y Triunvirato, subido al umbral de la farmacia San Antonio, Carlitos entonó dos canciones. ¡Ese era Carlos Gardel!     Deseo terminar esta evocación de las fogatas  de aquel entonces ya que cuando llegaba el día señalado (el de San Pedro y San Pablo propiamente dicho), los chicos de la barra, como era costumbre, para aprovechar las brasas que luego del espectáculo quedaban, hacíamos una especie de banquete, poniendo a cocinar en parrillas que se traían de las casas, sabrosos chorizos con los que hacíamos suculentos sándwiches, y entre las cenizas, ricas batatas. La colecta necesaria para comprar las cosas se hacía casa por casa, ya que todas las familias aportaban, en compensación por la diversión que tendrían a la noche. El carnicero del barrio también ayudaba bastante. ¿Qué fue lo que hizo terminar con estas prácticas de las fogatas?  El progreso. Efectivamente al asfaltarse las calles, las autoridades prohibieron el encendido de fogatas ya que éstas, con el tremendo calor, arruinaban las calzadas. Todavía recuerdo y me parece estar viendo aquel ropero grande, que por estar apolillado, donó una vecina, y sobre el cual además de las ramas que lo cubrían a su alrededor,  se le había colocado un muñeco, especie de espantapájaros enorme, los que al arder elevaron las llamas hasta una altura tan considerable, que ese año, por lejos, les ganamos a todos los barrios de Buenos Aires.

Ricardo Arturo

 


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1 comentario:

Anónimo dijo...

HERMOSO!!!!
Que grande Gardel!!! Estuve hace muy poquito en el Teatro 25 de mayo. Totalmente refaccionado y quedó muy lindo.
Ricky: Te escribo mail aparte para decir algo de los relatos de tu papá.
Besos
Ang.