La historia de Angelica me recuerda esta historia que me contó mi "zeide" Samuel, la palabra zeide significa abuelo en idish, el idioma vernáculo de los judíos ashkenasis que son los que vienen de Europa . Algo así como "nono" del italiano.
Mi zeide Samuel era el prototipo del abuelo, siempre sonriente, con tiempo para los nietos y alguna historia que salía de su formidable memoria.
Este es uno de los cuentos que van pasando de generación en generación por la tradición oral.
Y aquí va el cuento tal cual me lo contó mi abuelo.
Resulta que un viajero llega hambriento a un pueblito, la gente de este era muy pobre pero muy, muy pobre y por eso trataba de ahorrar lo poco que tenían para la familia. Cuando este señor se acercó a varias casas a pedir algo para comida la gente se disculpaba diciendo que no quedaba nada.
Así que ante tal situación nuestro buen señor se dirigió a la próxima puerta para intentar una vez mas y ante la negativa dijo que comería aunque sea un plato de " Sopa de piedras".
Grande fue el asombro de la ama de casa que lo recibió que alegó no conocer semejante receta. El hambriento visitante se ofreció a enseñarle y que lo único que necesitaba eran diez lindas piedras, lavadas y limpitas.
La dueña de casa se apresuró a mandar a uno de los chicos a buscar piedras a la calle mientras invitaba a entrar al viajero.
El hombre se sentó y al rato vino la mujer con las piedras limpitas y le dijo: ¿ahora que ?
El improvisado chef dijo póngalas a hervir en dos litros de agua con un poco de sal y una pisca de pimienta.
Cuando el agua comenzó a hervir le dijo: ¿No tendría unas cebollitas y un par de dientes de ajo?
La señora corrió a la despensa y trajo lo pedido- Nuestro amigo pelo las cebollas , las cortó en cuartos , machacó el ajo y lo agregó a la olla.
Al cabo de unos minutos dijo que la sopa quedaría mucho mejor con alguna papa, un poco de batata y algo de nabo e inclusive un chorrito de aceite; otra vez la patrona fue a la despensa y trajo los ingredientes al visitante. Ya a esta altura salia de la olla un apetitoso olorcito.
Entonces volvio a pedir :¿ no habrá en el jardín unas ramitas de perejil o algo de apio? La señora le trajo tanto uno como el otro, lo cual lo pico y lo agrego a la olla.
Ahí dijo: ¿ quizás le quedó algún pedazo de carne? Le agregaría una deliciosa textura a la sopa, …y si ve por ahí un tomatito..
Agregó los nuevos ingredientes , esperó que se cocine todo y dijo :
Bueno ya esta, ¿me puede servir un plato con todo?
La señora le sirvió tres grandes piedras con caldo y demás ingredientes impaciente para ver como se comía los cascotes.
El comensal dijo ahora que seria muy agradable comer esta sopa acompañada con un pedazo de pan, pedido que le fue satisfecho.
Este señor tomó todo el caldo, mojó el pan y se lo comió junto con todos los otros ingredientes , chupo las piedras y las puso al costado.
Ahí la dueña de casa le pregunto: ¡ Pero como!, ¿no come las piedras?
A lo que el buen pícaro le contesto:
¡A no!!! las piedras son para dar el gusto a la sopa !!
¿puedo repetir otro plato?
Buscando imagenes encontre muchas versiones de este cuento pero a mi me gusta la de mi zeide Samuel......
3 comentarios:
Muy lindo!!
Debes tener más de esos cuentos. Sería bueno que de a poco los vayas volcando al blog, son muy interesantes.
Bs.
Ang
Muy bueno Daniel. A igual que Ang. espero que los sigas publicando.
Saludos
gracias a los dos..
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