miércoles, 14 de marzo de 2012

curiosidades

¿Como convivir con un negro?


MUY INTERESANTE
 
 
 
La prestigiosa escritora española Rosa Montero publicó en su columna una anécdota refrescante y conmovedora sobre la convivencia entre extranjeros y  los nacionales de un país. El artículo titulado 'El negro' ha causado gran conmoción entre la población inmigrante de España.

 Jueves 12 Enero 2012*

Una historia de apenas tres párrafos se convirtió en el artículo más leído del periódico el País de España, en su página de internet. Son líneas conmovedoras sobre la inmigración, uno de los temas más delicados y que mayor preocupación genera entre los ciudadanos europeos. La anécdota que cuenta Rosa Montero es uno de los temas más comentados en redes sociales y  considerada por el escritor brasilero Paulo Coelho como lectura obligada.

EL 'NEGRO’                           Rosa Montero

 Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el  mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja.

 De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida  corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

 Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos  españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".

6 comentarios:

Trinjaus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jorge Luchia dijo...

Sin duda es una deliciosa historia, muy bien contada y que nos mueve a la reflexión, hasta los menos prejuiciosos, en el fondo, tenemos temor del diferente y luchamos por superar ese costado negativo que, en mayor o menor medida, todos tenemos. Muy interesante la entrada pero permitime dudar de que sea una historia auténtica como la describe la escritora.

Un abrazo para todos.
Jorge Luchia

daniel kritz dijo...

conosco la historia, pero en un aeropuerto, con un viejo, una joven y un paquete de galletitas!

Trinjaus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
victor dijo...

Si, es cierto,yo también conocía la historia de las galletitas, tal vez no sea tan cierta, pero revela una verdad, el prejuicio existe en todas latitudes, tal vez mas de lo que pensamos.
Un fuerte abrazo para todos.

Víctor

Jorge Luchia dijo...

Yo sabía que había una historia similar pero no podía recordar cual era Ay..ay..ay...!! el alemán me tiene harto ... ahora ustedes lograron que mis neuronas hicieran contacto, gracias.

Un abrazo para todos.
Jorge Luchia