Iba un viejito, muy viejito por el bosque, cuando escuchó a sus pies una débil voz.
Se agachó y descubrió que quien le hablaba era una ranita, quien le dice:
- Soy una princesa hermosa, erótica y sensual, diestra en todos los placeres de la carne y el amor..
La reina mala, envidiosa de mis encantos, me convirtió en rana, pero si me das un beso, volveré a ser quien era y te daré todos los goces y deleites que mi voluptuoso temperamento y mi ardiente concupiscencia pueden producir.
El viejito levanta la rana y se la echa en el bolsillo.
Asoma la cabeza la ranita y le pregunta muy desconcertada:
- ¡¿Qué?!. ¡¿No me vas a besar?!
- ¡No m`hija! -respondió el viejecito-. A mi edad es más divertido tener una rana que habla, que una maniática sexual...
2 comentarios:
Inteligente decisión, los años traen achaques pero acompañados de sabiduría ....
Muy bueno Toni.
Un abrazo para todos.
Jorge Luchia
Publicar un comentario